Era el más pequeño y el más travieso, después tenía que acercarse al instituto donde estudiaba Lucas la tutora quería hablar con ella.
La pobre mujer no podía abarcar con todo le faltaban manos le faltaban horas, por eso le pidió a Pequeña P que le llevara la comida a su padre, no era la primera vez que se la había llevado, por eso le dijo ten mucho cuidado cuando te montes en el metro no te pases de estación vigila y estate muy atenta. Su madre no se quedo muy tranquila porque la Pequeña P tenía que coger el metro sola.
El padre trabajaba en una empresa hacia muchas horas, y se quedaba a comer en el trabajo.
Pequeña P preparo la fiambrera y le puso el potaje, el potajillo de garbanzos que con tanto cariño había preparado su madre.
Pequeña P cogió su mochila y se fue a llevarle la comida a su padre, cuando se acerco al metro vio que las escaleras mecanicas no funcionaban y todas las personas subían y bajaban por las mismas escaleras.
Subía y bajaba mucha gente, alguien le dio un empujón sin querer, la fiambrera donde llevaba el potajillo para su padre salió volando, no sé sabe como paso pero la fiambrera se abrió.
No os podéis ni imaginar cómo se quedaron las escaleras del metro, llenitas de garbanzos,
Pequeña P se puso a llorar no se sabe si por vergüenza o porque su pobre padre se quedaría sin su potajillo.
Las personas que estaban en el metro unos con caras sonrientes y otros con caras de tristeza por ver aquella situación, hicieron una recolecta y le dieron dinero suficiente para que Pequeña P pudiera comprarle a su padre un suculento bocadillo de calamares.
Después de aquel día Pequeña P no fue nunca jamás a llevarle comida a su padre.
Si por el metro os encontrarais algún garbanzo, recogerlo como recuerdo aunque ya este seco. O Me lo enviáis por correo.
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