Había una vez una niña que era muy miedosa le tenía pánico a la oscuridad y le asustaba estar sola.
Sus padres estaban muy preocupados porque veían que su hija no era feliz.
La niña no salía nunca a jugar con los demás niños porque se burlaban de ella. Pobre niña tenía miedo de los niños de la calle. No entendía por qué se tenían que burlar de ella.
La niña era muy buena y muy cariñosa nunca jamás hizo daño a nadie, por eso no entendía el motivo de la burla.
Los niños la llamaban: miedosa, miedosa, miedosa.
Y así poquito a poco la niña dejo de salir a la calle. A la niña le aterrorizaba la noche le tenía miedo a la oscuridad.
Cuando era la hora que su madre la mandaba a dormir, ella ya se ponía a temblar.
Una noche estando ella sola en su habitación oyó un ruido y la niña sobresaltada encendió la luz y allí en frente de ella apareció su Ángel, su Ángel de la guarda la niña no se lo podía creer, cada noche antes de acostarse ella decía esta oración: Ángel de la guarda dulce compañía no me dejes sola ni de noche ni de día. Y repetía y repetía esta oración hasta que se quedaba dormida.
Por eso cuando apareció el Ángel la niña supo en seguida que era su Ángel, su Ángel de la guarda.
La niña a partir de ese momento dejo de tener miedo el Ángel no se separaba de ella.
Un día la niña le pregunto al Ángel ¿Por qué has tardado tanto tiempo en llegar?
El Ángel le respondió: No he tardado en llegar, porque yo siempre he estado contigo, lo que pasa es que no siempre nos dejamos ver tú me puedes ver ha ora porque tu fe ha sido más fuerte que tus miedos.
Y así podrás comprobar que no has estado ni estarás nunca sola.
Debes dejar ya tus miedos y empezar a vivir feliz y en paz.
Y la niña a sí lo hizo empezó a salir, empezó a jugar era una niña feliz porque sabía que su Ángel de la guarda nunca, nunca sola la iba a dejar.
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