


A su mamá no le gustaba cocinar y cada día sopita de fideítos había para cenar.
Pobre niña no le gustaba comer lo que su mamá le hacía.

María creció y como le gustaba la cocina se comía todo lo que ella hacía.
Si hacia espaguetis un barreño se comía, sí era ensaladilla la ensaladera repleta se ponía.

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Ahora solo come verdura, ensalada y pechuguita asada.
Y recuerda con cariño la sopita que su mamá le hacía de fideítos, fideítos finos.
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